viernes, 4 de abril de 2014

Escenarios orales y la oralidad en entornos digitales.

image

Escenarios orales y la oralidad en entornos digitales.


La primera oralidad nace ya en su forma más rudimentaria durante el desarrollo de las primeras comunidades de nuestra especie ante la necesidad humana, programada en nuestros circuitos neuronales, para socializarse. Esta adquirió mayor complejidad a lo largo de los años y ha funcionado como un sistema de expresión y transmisión de conocimientos y tradiciones por medio de narraciones orales de herencia generacional. Se caracteriza esta oralidad, pues, por la interacción y la colaboración dialógicas y colectivas, susceptible al cambio para atender a las necesidades contextuales.

La escritura y la oralidad convivirán paralelamente, siendo la primera reservada a élite de la sociedad.
Con la invención de la imprenta el acceso al contenido escrito se facilita y comienza el denominado “Paréntesis de Gutenberg” (Sauerberg, 2006) donde el texto será el núcleo del conocimiento, desplazando a la tradición oral y comenzándose a considerar como el sistema comunicativo de mayor prestigio. La transmisión del saber, alcanzado ahora por un proceso más individual, se mecaniza y se reproduce mediante narrativas estables y canónicas en base a la linealidad discursiva. Ambas tradiciones, oral y escrita, coexisten desde entonces de forma interdependiente.

Internet, la sociedad red y la convergencia mediática dan comienzo a la segunda oralidad donde “lo visual y auditivo, lo elitista y la cultura de masas, lo viejo y lo nuevo, lo sacro y lo popular, se colocan en un plano de igualdad” (Sauerberg, 2006, p. 3). Esta nueva oralidad significa un retorno a la interacción, la colaboración y la susceptibilidad a la modificación presentes en la primera. Surgen nuevas necesidades.


La escritura pierde cierta formalidad y fuerza ante la aparición de nuevos canales y códigos no verbales en los que se apoya, principalmente audiovisuales. Así, la cultura tiende a popularizarse cada vez más dejando a un lado la linealidad del discurso y las normas y códigos que acotaban la escritura tradicional. El espacio y el tiempo se relativizan, ya no existen fronteras espaciales ni temporales entre los usuarios de internet.

Estos nuevos canales y medios permiten la creación y desarrollo de conocimientos de forma colaborativa e inmediata gracias a un hipertexto, reforzado por la libertad de navegar a través de sus nodos, abierto, interactivo y en continua construcción que responde a las nuevas necesidades estructurales y organizativas de la expresión.

El usuario puede ahora involucrarse en entornos multiplataforma posibilitados  por el desarrollo de nuevas herramientas y aplicaciones para participar activa, crítica, ilimitada y creativamente en procesos de narración propia y comunitaria fácilmente distribuibles ajenos al copyright al que estamos acostumbrados y, por tanto, susceptibles a nuevas modificaciones según las necesidades.

Estas interacciones presentes en la cultura participativa no se producen entre usuarios directamente sino por medio de estos entornos encontrándonos con un nuevo “ecosistema comunicativo e informacional donde todos los individuos son potencialmente emisores, están en una situación continua de crear contenidos y de interrelacionarse a partir de la participación conversacional que establecen en y con las diferentes herramientas de la comunicación” (Aparici & Silva, 2012, p.54).

La disrupción ubicua de Internet, facilitada por el desarrollo de dispositivos móviles y la aparición de nuevos soportes digitales, nos permite desarrollar plena conectividad a las redes de conocimiento y pensamiento colectivos en cualquier lugar y momento. Los grupos del sector audiovisual se han visto obligados a aprovechar esta ubicuidad facilitando sus contenidos en plataformas compatibles con los terminales móviles, adaptándose así a los nuevos contextos sociales, tecnológicos y culturales. Un ocio digital accesible, de fácil manejo, cómodo e inmediato. Se abre ante los usuarios de estos contenidos la posibilidad de participar en ellos activamente.

La ubicuidad posibilita del mismo modo el desarrollo de redes y comunidades cada vez más horizontales que favorecen la cultura participativa de la sociedad red. “La sociedad ubicua se refleja en la red y la red es imagen de la sociedad” (Hergueta Covacho).

Cualquier usuario de internet que desee ser partícipe puede modificar esa narrativa abierta e infinita, más allá de las tres dimensiones del texto tradicional, en un cuarto entorno intemporal donde pasado, presente y futuro se fusionan. Una narrativa plástica que nos acerca a una mejora de la democratización de los conocimientos y a la difusión de estos de manera global e inmediata. En estos escenarios se fomenta el estrechamiento de lazos entre comunidades e individuos diferentes procedentes de todos los puntos geográficos posibles que comparten gustos, aficiones e intereses, desatándose, sobre estas plataformas y entornos virtuales, debates globales que aceleran los cambios en la sociedad.

Conocer el verdadero impacto de estos escenarios en la sociedad nos obliga imaginar cómo y a qué velocidad se desarrollará la tecnología y cómo esta influenciará sobre los anteriores. La horizontalidad cobra fuerza en universos de información cambiante y de apariencias caóticas en las que lo privado tiende a desvanecerse y lo público se refuerza hacia un futuro de escenarios cada vez más ubicuos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario